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  • Foto del escritorManuel Alfonso Navarrete Salazar

Mario Chabes: el olvido de un poeta.

La Vanguardia de inicios del siglo XX tuvo en el Perú a poetas muy importantes como Alberto Hidalgo y César Vallejo, entre otros celebrados no solo en su momento (década del 20 en adelante) sino en años posteriores, debido a que lograron mantener un reconocimiento (en algunos casos más notorio que en otros) que hizo que muchos estudiosos e investigadores se preocuparan por dar a conocer sus vidas y sus obras, las cuales los han posicionado como las preclaras figuras que son hoy en día.


En cambio, han habido otros poetas, contemporáneos a aquellos, que el tiempo ha ido diluyendo de la memoria colectiva casi por completo. Uno de estos poetas olvidados de aquella generación ha sido el vate arequipeño Mario Chabes, nacido entre 1900 y 1903 y cuya obra (escasa, por cierto) se afirma dentro de un Indigenismo raramente cultivado en nuestro país: el Indigenismo puro y sincero, salido de las entrañas mismas de su creador, tal y como lo cultivaran años más tarde José María Arguedas y Ciro Alegría, aunque en el caso de estos ahondando más en el terreno de la narrativa.


Por cierto, la obra de este poeta arequipeño se resume solo en tres poemarios: "Alma", de 1922; "El silbar del payaso", de 1923 y "Ccoca", de 1926; los dos primeros publicados en nuestro país y el tercero, en Argentina. Y es que, en su momento, Chabes fue muy apreciado por conspicuos escritores e intelectuales de dicho país, siendo un amigo muy cercano del mismísimo Jorge Luis Borges, así como del también célebre Macedonio Fernández. Fue precisamente una carta dirigida a este lo último que nuestro poeta diera a conocer. Chabes le escribió desde Bolivia comentándole sobre el caos que imperaba en el Perú, país al cual amaba tanto, hasta el punto de no soportar verlo consumido por la corrupción. Luego de ello, desapareció por completo sin dejar rastro o indicio alguno sobre su paradero y aún con la promesa de sacar a la luz una antología que reuniría la obra de algunos poetas arequipeños.


Entre sus amistades peruanas figuró el ya mencionado Alberto Hidalgo, quien, viendo en él a un poeta prometedor lo convenció de hacer público su último poemario: "Ccoca".


En los poemas de "Ccoca", el campo es aquel pedazo de tierra en el cual pervive una naturaleza que día a día va siendo relegada por el influjo subordinante que extiende sobre ella la ciudad, un lugar que tiempo antes fuera también albergue de una libre naturaleza, aunque precaria y virginal y que con el paso del tiempo se fue transformando a raíz de los cambios ejercidos por la mano del hombre, a partir de fenómenos como la urbanización y la modernidad.

A continuación, se muestra el primer poema del libro en mención, llamado igualmente "Ccoca", un texto cargado de una profunda belleza formal, así como de un fondo lleno de lirismo y de nostalgia :


CCOCA:


“CHACCHANDO, el indio salva distancias grandiosas, escala millaradas de metros, sin fatiga alguna, do- minador del Ande, héroe de la Naturaleza.

Chacchando, descansa en el umbral de la noche o de la muerte.

Tristeza o alegría, ahí está la “chuspa”.

Con ella ofrece al sol, a la amarga memoria de los idos y al porvenir, como cuando llega a la pasccana, meta o reposo.

Yo, indio, del Perú, ¿qué para ofrecerte, padre, sino estas hojas de ccoca?”




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