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  • Foto del escritorManuel Alfonso Navarrete Salazar

La estética innovadora en la poesía de Cristhian Briceño

Una grata impresión ha generado en mí la lectura de La única cosa que es probable que rompas es todo (Liliputienses, 2021), el libro de poemas del escritor Cristhian Briceño (Lima, 1986) que obtuvo el primer lugar en el III Premio Centrifugados de Poesía Joven organizado en España el año pasado.

Para empezar, llama la atención la manera en que el autor ha estructurado el libro. Este inicia presentando un poema de James Tate, del cual Briceño toma los versos que le dan título a su escrito. Seguidamente, muestra una nota introductoria en la que — personificado ya en el hablante lírico que construye para posicionarlo como el autor implícito del texto — refiere el modo en que se gestó y desarrolló el proceso de selección de los cinco poetas alaskeños en torno a los cuales el autor y su editora decidieron publicar un libro reivindicativo que reuniera y tradujera los poemas que, bajo sus puntos de vista, se erigen como los más interesantes de sus producciones. Luego de ello, el contenido se divide en cinco secciones en las que, de manera independiente, se presenta una breve biografía de cada poeta junto al conjunto de poemas que se han llegado a seleccionar de cada uno. Finalmente, el libro cierra con los apuntes que una persona, identificada como Niisa Wallace, ha llegado a publicar en torno a dicha antología, a modo de estudio crítico.

Nada de esto llamaría la atención de no ser porque cada uno de esos autores que integran dicha antología son ficticios. En una muestra de riqueza imaginativa, Briceño construye cinco personalidades que un lector no consciente de la naturaleza artificial que los define puede, tranquilamente, llegar a concebir como personas de carne y hueso. Para consolidar dicho espejismo literario, Briceño hace uso de ciertos recursos que llega a aplicar con gran talento. Entre ellos, el hacer alusión a autores y a obras literarias reales. En efecto, al dar a conocer — a través de su autor implícito identificado con las siglas A. C. — los datos biográficos que identifican a cada uno de los poetas seleccionados, aquel menciona nombres de escritores que, dentro del universo ficcional que el libro propone, han cumplido para aquellos el papel de referentes.

Otro aspecto destacable que hace de este libro uno de los más interesantes dentro del contexto conformado por la producción lírica peruana de los últimos dos años, es el modo en el que Briceño le da a cada uno de esos poetas una voz característica. De esta manera, un poeta como Salomon Mars hace ostensible un registro lírico distinto del que muestra Polina Sedakova (en mi opinión, la más interesante del grupo) o Woody Hamilton. Este trabajo, nada sencillo, nos remite de un modo u otro al que llegaron a realizar poetas como Fernando Pessoa o Boris Vian, quienes tomaron por costumbre desdoblarse en otras personas — a quienes dotaron de nombres y rasgos propios — con la intención de registrarlas como autores de algunos de sus escritos. Son famosos, por ejemplo, los heterónimos (es este el nombre que identifica a aquel recurso artístico) creados por Pessoa (Ricardo Reis, Alberto Caeiro, Álvaro de Campos, entre otros), de quien se dice que tuvo un impulso creativo tan extraordinario que llegó a sentir, incluso, la necesidad de crear otras vidas.

En relación con los poemas, estos — dependiendo del autor al cual pertenecen — obedecen a temáticas y estilos definidos. Los de Salomon Mars, por ejemplo, suelen partir de una mirada de lo cotidiano. Mirada que, potenciada por un carácter perspicaz del poeta que observa, alimenta una serie de reflexiones existenciales que llegan incluso a mostrar la naturaleza ambivalente del hablante lírico (“Iba feliz, pero cansado. / Feliz por ir solo; cansado por ir solo”). Por otro lado, la poesía de Polina Sedakova no solo hace ostensible el rico bagaje cultural de la autora en cuanto a referencias a autores y a obras de arte se refiere, sino que refleja también meditaciones en torno a la naturaleza del amor (“quienquiera que sea que adolezca de consciencia / y hable del amor será feliz”) y a aquella que subyace a la propia poesía (“la poesía no explica na- / da, sólo contempla”). Rob “Burnt” Norton, para mentar otro ejemplo, es el poeta que adopta como tema de reflexión las relaciones familiares y, a partir de él, construye una especie de prosa poética alrededor de personajes cuyos nombres se van repitiendo en cada poema, a modo de un diario en el que el hablante lírico suele registrar sus impresiones.

Es así como se configura el libro de Cristhian Briceño, un escritor que en otros textos ya ha dado muestras de su característica inclinación por experimentar con distintas formas estéticas para, de esa manera, evitar que su obra caiga en la monotonía. Dicha inclinación, sin lugar a dudas, resulta meritoria en un autor que a pesar de su juventud persigue siempre el ofrecer a sus lectores un producto que escape de lo convencional, actitud que podría vincularse con aquellos versos pertenecientes al poema "Mecánica popular" escrito por Al Sobrante, uno de los poetas ficticios antologados en el libro: “Gracias por la palabra que es necesaria / Y aún no ha sido escrita”.




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